Vanguardia HD

Mujeres en la imprenta y contra la Santa Inquisición

La más reciente novela de Mónica Hernández “llena” los huecos en la historia novohispana de un grupo de mujeres, viudas todas, que quedaron al frente de las imprentas de sus maridos, contra todos los prejuicios de la época

MAURO MARINES

“Paula de Benavides, impresora novohispana de 1640 a 1685”, decía un tuit que se encontró hace años la escritora Mónica Hernández. Poca información extra encontró al respecto, pero sí halló la existencia de un grupo de mujeres de esa época que, por razones desconocidas, lograron mantenerse al frente de las imprentas que dejaron sus maridos al morir.

En un tiempo en el que ellas no podían poseer bien algún o heredar, la autora desarrolló a partir de aquí la historia de “La cofradía de las viudas” (Planeta, 2022), una novela de ficción histórica que llena los huecos sobre la vida de Paula de Benavides y sus compañeras. En entrevista con VANGUARDIA, nos contó más sobre esta narración.

¿Cómo fue que te encontraste con la historia de estas mujeres impresoras?

Me encontraron a mí. Yo vi un tuit hace algunos años, tres o cuatro, que decía ‘Paula de Benavides, impresora novohispana de 1640 a 1685’. A mí esa parte de impresora me llamó la atención porque tenía idea, por libros que he leído, que las mujeres no tenían oficios. De esa curiosidad me puse a buscar su nombre y me salieron no solo ella, sino una serie de diez, doce, viudas de impresores.

Se me hizo muy raro. Encontré las multas que le ponen a los impresores. Cuando enviuda su marido tenía el monopolio de impresión de cartillas con las que enseñaban tanto la doctrina como las primeras letras a los naturales, los indios. Le quitan las cartillas a estos impresores y les ponen de multa cien pesos.

A partir de esos documentos me pregunté ¿cómo le hicieron estas mujeres para sostener el negocio cuando no podían ser dueñas del taller, no podían tener dinero ni heredar? Pero cuando vi que había tanto hueco dije, aquí hay una novela”.

¿Cómo fue que elegiste cómo sería cada personaje, la personalidad que le diste a cada una de ellas?

“En la personalidad de cada una quería dar pistas suaves de la personalidad humana. No somos ajenos a los celos, a la envidia, al amor, al desamor, a la rabia, entonces cada una era una punta de la personalidad, que todos tenemos, en algunos más marcados que otros y que cada una aporta a cómo sería hoy un grupo de mujeres que se junta a tomar un café. Una es más coqueta, otra más colérica, otra más berrinchuda, una es más misteriosa”.

¿En qué medida se imprimió el contexto actual de las mujeres, en materia de derechos, de cosas que ya pueden hacer, al momento de crear estas historias?

“Creo que fue al revés. Me gusta mucho leer historia, sobre todo así, que te la cuenten jugosa, no con el dato duro. Esa es la parte más atractiva de ver el pasado porque al menos a mí me ayuda a explicar el presente. Para la ambientación de la época me he nutrido de muchos libros de esa época, y en la cuestión de las mujeres me llama la atención que en muchos siglos, estaban muy constreñidas a expresiones oscuras, a no salir, a no ser vistas. Y sin embargo, si no podían hablar, podían mirar. Y a mí me da que si hicieron esto, porque es demostrable, es que lo hicieron de una manera oculta, mañosa si quieres. A mí me gusta pensar que la cofradía secreta sí existió. Está tan secreta que no la registraron pero tenían que haber encontrado la manera para hacer las cosas sin hacerse notar”.

Ahora que ya se publicó el libro, ¿se ha acercado alguien diciéndote ‘yo tengo el dato que te falta’?

“No, pero me encantaría. Que alguien dijera, yo soy el heredero. La verdad de los apellidos maternos es que se pierden. De hecho el apellido materno es de tu abuelo, tu mamá lo heredó de su papá. Pero no se me ha acercado nadie. Documentos históricos solo los que ya te mencioné y esto es lo que existe”.

¿Con qué te encontraste y qué plasmaste en el libro respecto al poder de la imprenta y que estuviera en manos de mujeres en ese tiempo?

“Me gusta pensar que la mantuvieron y la cuidaron y mimaron durante el virreinato. Es una época que se nos olvida. Tenemos 200 años de ser México como país, pero 300 años fuimos Nueva España, y como que llegó Cortés, fue la conquista, y llegó al independencia. Pero pasó después, son semillas que germinan. Durante 300 años estas mujeres, porque su mayoría lo fueron, aunque también hubo impresores, mantuvieron la industria editorial en México. Y no solo aquí, eran las más importantes de América Latina”.

ARTES

es-mx

2022-05-24T07:00:00.0000000Z

2022-05-24T07:00:00.0000000Z

https://vanguardia.pressreader.com/article/282737705450065

Vanguardia