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EL GRAN SALTO

Siempre han existido personas que realizan sus sueños, rompiendo todos los límites y pronósticos

CARLOS R. GUTIÉRREZ Programa Emprendedor Tec de Monterrey Campus Saltillo cgutierrez.tec.mx

En la mitología griega existe una hermosa historia:

“Dédalo era un famoso constructor e inventor, cuya capacidad y talento inventivo atrajo la atención del rey Minos soberano de la isla de Creta, quien quería construir un enorme laberinto con la intención de ocultar a un monstruo conocido como Minotauro.

El rey solicitó la encomienda a Dédalo, quien aceptó el trabajo sin saber lo que luego le esperaría.

Para realizar la obra invitó a su hijo Ícaro. Así, ambos emprendieron la colosal faena y con el tiempo concluyeron un enorme y complicado laberinto. Fue tan grande el laberinto que solo ellos sabían el camino correcto tanto para entrar como para salir.

El rey Minos quedó muy satisfecho, pero pensó que tenía que hacer algo con Dédalo y su hijo, pues posiblemente podrían revelar el secreto del laberinto, entonces el rey decidió mantenerlos en cautiverio en la isla de Creta.

Dédalo, deseoso de recuperar la libertad, no cesaba de pensar cómo salir del cautiverio, pero sabía que por el mar sería imposible, ya que el rey tenía a su ejército vigilando las playas día y noche.

Sin embargo, Dédalo, acostumbrado a los grandes desafíos, ideó un osado plan: escaparían volando, tal como lo hacen las aves.

La leyenda cuenta que Dédalo e Ícaro reunieron plumas a fin de construir las alas de la libertad. La tarea fue ardua, pero cuando reunieron el suficiente plumaje, usaron cera de abeja para pegarlas.

Cuando estuvieron listas, Dédalo adhirió un par de alas en la espalda de Ícaro y otro par en su propia espalda. Entonces Dédalo dijo a Ícaro: “¡Volemos fuera de la isla! Pero debemos de tener cuidado de no subir demasiado alto, pues el sol quemará las alas y caeríamos inevitablemente al vacío; Dédalo también advirtió a su hijo que permaneciera en la trayectoria media, para así evitar el sol y el mar.

Dédalo e Ícaro iniciaron el vuelo; sin embargo, Ícaro extasiado de volar como los pájaros, olvidó las advertencias de su padre y entonces violó las leyes de la naturaleza. Voló tan alto que no escuchó los gritos de advertencia de su padre.

El calor del sol ablandó la cera que mantenía unidas las plumas y éstas se despegaron. Ícaro agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar. Su padre lloró y, lamentando amargamente sus artes, y, en su memoria, llamó Icaria a la tierra cercana al lugar del mar en el que Ícaro había caído.

IMPENSABLE

La leyenda de Ícaro viene a colación porque el 14 de octubre de 2012, una persona, apoyada por científicos, ingenieros y médicos, hizo historia al obtener, en un mismo evento, tres diferentes récords: ser la primera persona en realizar un vuelo tripulado en globo llegando al punto más alejado de tierra; en realizar una caída libre desde el punto más alto sobre el planeta (39 mil 068 metros); y haber sido el primer ser humano en romper la barrera del sonido, sin apoyo de algún vehículo, bajo el esquema de caída libre (rompió la barrera del sonido durante los 40 primeros segundos, al llegar a una velocidad de mil 342.8 km/h).

Cabe mencionar que, en 2014, Alan Eustace, vicepresidente de Google, rompió el récord anterior al haber saltado desde una altura de 41 mil 145 metros; situación que comprueba que lo imposible se vuelve posible para aquellas personas que se deciden a cumplir sus sueños y que los récords siempre pueden ser vencidos.

ADELANTADOS

Siempre han existido personas que realizan sus sueños, rompiendo todos los límites y pronósticos. Son seres humanos que hacen la historia de la humanidad a través de sus propias biografías.

Hablo de esos seres humanos que retan los imposibles con el único objetivo de ampliar las del conocimiento humano, sus potencialidades, sus horizontes. Son los que están siempre dispuestos a volar más alto, a navegar más lejos, a caminar más tiempo; a ir a las profundidades inhóspitas de las cuevas y

de los océanos; a ir más rápido en cualquier inimaginable forma, siempre poniendo en riesgo sus reputaciones, sus aparentes privilegios e inclusive sus propias vidas para lograr sus más excelsos ideales. Estas personas son los idealistas, los que “construyen” el futuro, los que forjan lo mejor del ser humano. Ellos son la “antítesis de la mediocridad”.

TRANSGRESORES

Estas personas Ayn Rand las definió como “transgresores” o “rebeldes”: “(…) Seguramente se le consideró un trasgresor que se había aventurado por territorios prohibidos. Pero desde entonces los hombres pudieron viajar más allá de cualquier horizonte. Les dejó un legado inconcebible para ellos y abrió los caminos del mundo.

Ese gran hombre, el rebelde, está en el primer capítulo de cada leyenda que la humanidad ha registrado desde sus comienzos. Prometeo fue encadenado a una roca y allí devorado por los buitres, porqué robó el fuego a los dioses. Adán fue condenado al sufrimiento porque comió del fruto del árbol del conocimiento.

Cualquiera sea la leyenda, en alguna parte en las sombras de su memoria, la humanidad sabe que su gloria comenzó con un gran hombre y que ese héroe pagó por su valentía”.

AL LÍMITE

A esta clase de seres humanos pertenece el austriaco Felix Baumgartner (Salzburgo, Austria, 20 de abril de 1969) quien logró la primera hazaña del gran salto y, como todo lo extraordinario, esta impensable proeza nació de conquistas previas: “su primer récord (1999) fue en Kuala Lumpur, Malasia, al registrar el salto más alto desde un edificio cuando se arrojó desde las famosas torres Petronas”.

Luego, en el 2003, se convirtió en la primera persona en cruzar el canal de la mancha en caída libre. Aunque la definición suene increíble el austríaco apeló, casi como Ícaro, al diseño de un ala hecha de materiales ultralivianos para, literalmente, “volar” sobre el estrecho que separa Inglaterra de Francia. Otro récord mundial que lo identifica es el salto “BASE” más bajo en toda la historia, desde la mano hasta la base de la escultura del Cristo Redentor, en Río de Janeiro.

También, en diciembre de 2007, se convirtió en la primera persona en saltar desde un piso 91. Fue en el edificio Taipei 101, en Taiwán.

Todo logro posee el tiempo y la dedicación de quien lo conquista. Tiempo curtido en el esfuerzo, en ocasiones aderezado en la mismísima angustia y en la desesperación vencida.

A toda conquista le precede un sueño a conquistar y su poseedor sabe que al alcanzarlo se abrirán las puertas de la mismísima eternidad.

VOCACIÓN

No necesariamente se requiere poner la vida en riesgo para lograr propósitos personales, pero sí una avasalladora pasión de construir la vida en grande, para culminar la personalísima misión y vocación para las cuales toda persona hemos sido convocados en la existencia. Es claro: toda conquista requiere la menuda tarea de encontrar el sentido de la propia vida, descubrir la vocación existencial y actuar en consecuencia.

Bien lo expresa Martin Descalzo: “efectivamente, no es que la luz de la propia vocación suela ser oscura. Lo que pasa es que muchos las confunden con las tenues estrellas del capricho o de las ilusiones superficiales. Y que, con frecuencia, como les ocurrió también a los Magos, la estrella de la vocación suele ocultarse a veces -y entonces hay que seguir buscando a tientas- o avanza por los extraños vericuetos de las circunstancias.

Y, sin embargo, ninguna búsqueda es más importante que ésta y ninguna fidelidad más decisiva. Unamuno decía que la verdadera cuestión social no es un problema de mejor reparto de las riquezas, sino un asunto de reparto de vocaciones”.

Indudablemente, como Félix Baumgartner, llevamos a un atrevido Ícaro en el alma, solo falta la luz para iluminarla y ahí encontrar las alas, las razones, para volar hacia el infinito. Ciertamente, para emprender vuelos no con la intención de morir, sino para cambiar formas de vivir y, por qué no, para hacer historia.

Para volar se requiere valentía; lo cual en ningún momento significa no tener miedo sino, más bien, aprender a reconocer esta implacable emoción, dominarla y entonces emprender el vuelo con la mirada puesta en el horizonte.

Efectivamente, para dar un gran salto en la vida es necesario reconocer y analizar nuestros propios miedos para luego, con voluntad y actitud, afrontarlos y someterlos.

CALIDAD

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2022-05-24T07:00:00.0000000Z

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