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Mamá, por Dios

‘CATÓN’, CRONISTA DE LA CIUDAD

Hace algún tiempo peroré en el congreso anual de la Asociación Internacional de Rectores y Presidentes de Universidades. Importante reunión fue esa, a la que asistieron especialistas en educación superior de los cinco continentes. A nuestro país le tocó ser sede de la junta, y fui llamado a hablar ante los invitados.

En la comida que se les ofreció actuaron varios conjuntos musicales procedentes de diversas regiones del país. Uno de esos conjuntos, de marimbas, interpretó “La sandunga”. El doctor Rodrigo Carazo, ex presidente de Costa Rica y rector de una de las universidades de ese país, preguntó el significado de la palabra “sandunga”. No sé a quién se le ocurrió que yo podía saberlo, y me pidió que les explicara esa voz a los rectores.

Afortunadamente me acordaba de su significado, de otra manera habría tenido que inventarlo. Porque callado no me habría quedado, créanme. Y no por miedo a confesar ignorancia a cada paso la voy evidenciando-, sino para no hacer quedar mal a mi país: era mejor sacarme de la manga alguna peregrina explicación que dar la idea de que los mexicanos asistentes a una junta de alta educación no podían explicar el nombre de una de las más bellas canciones de México.

Hermoso vocablo es “sandunga”. Tiene una sonoridad que lo hace grato. La melodía de ese nombre es, claro, de Oaxaca, igual que la “Canción mixteca” y el vals “Nunca muere”, de don Macedonio Alcalá, himno local de los oaxaqueños. La canción “La sandunga”, según los musicólogos, proviene de la región de Juchitán, donde viven algunas de las mujeres más hermosas de Oaxaca, estado rico en mexicanas bellas. Todos los estados lo son, bendito sea Dios. En algunos tendrá el visitante que fijarse bien, pero en todos se encontrarán mujeres lindas.

El nombre de “La sandunga” hace alusión, naturalmente, a una mujer. Pero la palabra “sandunga” no es oaxaqueña. No es de México ni de España. Nos llegó de Cuba, pero tampoco es voz cubana. La voz “sandunga” -¡haiga cosas!, como dicen en el Potrero de Ábrego para expresar asombro- es término africano. Al menos eso dice don Esteban Pichardo, autor de un libro que se llama “Diccionario de voces cubanas”, de donde obtuve el dato que afortunadamente, por su sabrosura, se me quedó grabado en la memoria.

“Sandunga” viene de dos voces africanas, afirma don Esteban. La primera es “sa”, que significa sal; la segunda es “dungu”, que significa pimiento picante, vale decir, chile. ¿Podrá alguien olvidar, entonces, que “sandunga” quiere decir algo así como “chile con sal”? Se aplica ese calificativo a la mujer alegre y vivaz que habla con ingenio y camina con garbo. Es decir, a la mujer picosa y salerosa. A la sandunga, mujer que es sal y pimiento.

El mundo es un pañuelo, dice el dicho. Hay que añadir ahora: y no muy grande. De África vinieron a Cuba esas palabras, seguramente en barco de negreros, y ahí se convirtieron en piropo. Luego el término vino a México. ¡Tantas cosas buenas nos han llegado de Cuba que nada tienen que ver con la política! Y aquí la preciosa palabra se convirtió en nombre de canción. Ningún uso mejor para cualquier palabra que servir de nombre a una canción… o a una mujer.

OPINIÓN

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2022-05-24T07:00:00.0000000Z

2022-05-24T07:00:00.0000000Z

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