Vanguardia HD

¡Que son molinos, no gigantes! El recorrido del Quijote por España

Siguiendo los pasos del hidalgo más famoso de la literatura, nos topamos con sus molinos de viento, los mismos temidos “gigantes” que nos mostró Cervantes en su novela

ESPAÑA.- Los molinos de viento, aquellos mismos que Don Quijote veía como “desaforados gigantes” corresponden, sin duda, a la postal más reconocible de La Mancha.

Son muchos los pueblos castellano-manchegos almenados de “esos gigantes de brazos largos” que aportan solera a sus imperturbables mesetas.

Más que un icono español que representa la imagen más quijotesca, la silueta de los molinos con sus aspas cercenando la llanura manchega es el objetivo de muchos viajeros.

Muchos piensan que el molino es una estructura creada en España, ya que es uno de nuestros iconos y, en efecto, aquí están desde el siglo XVI pero, como nos explica José Manuel Perulero, responsable de la Oficina Turismo de Consuegra, “su origen es muy probable que se deba a los cruzados, ya que fueron descubiertos en Jerusalén, y de allí se los llevaron por el Mediterráneo, pues hay molinos en Grecia, en Rodas. Aquí, en la Península Ibérica, se colocaron en las zonas más secas y ventosas”.

Durante siglos el hombre había triturado el grano con aparejos comunes a muchas civilizaciones que constaban de dos piedras pulidas, una llana para depositar el grano y otra más redondeada que servía para quebrarlo. Después surgieron los conocidos como molinos de agua, los cuales aprovechaban la fuerza de los ríos para moler.

Pero con la llegada a España de los cruzados de la Orden de Malta, venidos de Tierra Santa, trajeron una nueva idea para moler el grano perfecta para el clima seco pero ventoso del interior de España.

“Allí en Jerusalén vieron este tipo de construcciones de gran tamaño que aprovechaba los distintos vientos para hacer funcionar una maquinaria y moler inmensas cantidades de grano en poco tiempo”, nos dice Perulero.

“De ese modo se mandaron levantar grandes molinos de viento en cerros y altozanos de La Mancha para moler el grano del trigo más rápido y paliar el hambre del pueblo”. Por cierto, La Mancha es un topónimo de origen árabe que proviene de “Manxa” o “Al-mansha”, que significa "tierra sin agua".

CONSUEGRA Y CAMPO DE CRIPTANA, MOLINOS CLÁSICOS

Hoy se puede seguir la ruta de los molinos que han sobrevivido al paso del tiempo. Comenzando en Consuegra (9.970 habitantes), localidad toledana de origen romano con un casco histórico muy interesante, en ella se conservan doce molinos de viento, siendo el mayor número de molinos de viento de toda La Mancha.

Todos ellos están alineados sobre el curvilíneo Cerro Calderico, junto a un castillo de origen árabe reformado por la Orden de Malta, la mayoría abiertos al público.

No son los más antiguos -en antigüedad ganan los de Campo de Criptana-, la mayoría son del siglo XIX, alguno más antiguo, pero están construidos de la misma forma.

Este grupo de molinos de irrepetible estampa es uno de los más amplios conjuntos de La Mancha y de los mejor conservados, como Bolero, donde se encuentra la oficina de turismo y se conserva el moledero de trigo.

Otros como Sancho, conservan la maquinaria completa del siglo XVI , un prodigio de cuatro siglos, que se pone en la Fiesta de la rosa del azafrán, el último fin de semana de octubre, una vez orientada su cabecera de madera y sus aspas.

Algunos de los molinos tienen hoy en día otras funciones, como el museo de la molienda o el del Caballero del Verde Gabán, como gastromolino.

Pero, por encima de todo, los macizos molinos de Consuegra embellecen el curvilíneo perfil de esta villa milenaria con uno de los más bellos y representativos horizontes en La Mancha.

Sobre el Cerro de la Paz, en Campo de Criptana (Ciudad Real) se conservan los diez molinos de viento declarados Bien de Interés Cultural.

Frente a los molinos de Consuegra que rodean la villa, los de Campo de Criptana, localidad de casi 13.500 habitantes, “están integrados en el núcleo mismo de población, junto al barrio de Albaicín, empinado y estrecho barrio que se levanta sobre la abrupta subida del cerro”, nos explica Rosana Fernández, concejala de Cultura y Turismo.

Aquí abundan las casas con cuevas naturales, de las que habría unas 60 o 70, y que hoy una se puede visitar, mientras otras están reconvertidas en típicos restaurantes.

Se trata, con bastante probabilidad, según los investigadores, del escenario en el que Cervantes sitúa la lucha de Don Quijote contra lo que él veía como gigantes, escena que pasó a la posteridad como una de las más icónicas de este hito en la literatura española.

ARTES

es-mx

2021-05-12T07:00:00.0000000Z

2021-05-12T07:00:00.0000000Z

https://vanguardia.pressreader.com/article/282651805369143

Vanguardia